En la Edad Media, la caballería era una institución armada que servía a un rey o al poder feudal. Los caballeros, por lo tanto, eran guerreros que montaban a caballo y que llevaban armas como lanzas o espadas. Por ejemplo: “Los caballeros del Rey Eduardo se acercan al pueblo”, “Un caballero enemigo mató al príncipe”, “No dejare que mi hija se case con un caballero de Bath”.
Los caballeros solían recibir tierras o dinero como retribución a su servicio. Por lo general, el caballero era un noble que comenzaba como paje y escudero y luego era ascendido por sus superiores a caballero. Al alcanzar este rango, debía jurar lealtad y se comprometía a ser cortes y valiente. El caballero, por lo tanto, tenía que respetar un código de conducta.
La función que tuvieron aquellos era la de proteger la vida de todos los cristianos que, desde Europa, decidían viajar hasta Tierra Santa, hasta Jerusalén. Durante dos siglos, aproximadamente, estos caballeros realizaron dicha labor a partir de su fundación en el año 1118, aunque no fue aprobada la Orden por la Iglesia Católica hasta el año 1129.
La gran preparación militar de estos hombres así como su valentía fueron dos de las características principales que les identificaban. No obstante, a nivel de imagen eran claramente reconocidos por llevar una capa de color blanco sobre la que se representaba una cruz paté de color rojo.
Asimismo, tampoco podemos pasar por alto a otros caballeros de gran relevancia. Nos estamos refiriendo a los que componían la mítica mesa redonda del rey Arturo. Son los protagonistas de una leyenda medieval que establecía la creación de una orden de caballería de Bretaña que fue fundada por el monarca, una vez que tomó posesión del trono y fundó lo que sería el reino de Camelot.
El hecho de que esa mesa estaba conformada por los caballeros más insignes de la época así como que aquella era redonda para que nadie se estableciera como líder son dos de las singularidades de esta leyenda.
Por extensión, la noción de caballero comenzó a utilizarse en referencia a la persona de nobleza, que hace gala de su cortesía y solidaridad: “Juan es un verdadero caballero: siempre me trae flores y bombones y me abre la puerta del coche”, “Lamento que Miguel sea tan poco caballero”, “Me gusta que los hombres aún sean caballeros y traten a las mujeres como damas”.
Caballero también es un término de cortesía para referirse a un hombre, en lo que supone un uso similar al término señor: “Disculpe caballero, pero está mesa está reservada”, “Caballero, ¿en qué puedo ayudarle?”, “Acércate al caballero que está sentado junto a Marta y pregúntale si desea beber algo”.